El cambio de hora de otoño nos descabala un poco los biorritmos y las rutinas. Y aunque hay causas físicas y psicológicas que lo confirman, no debemos dejar que se convierta en un mito y nos paralice. Adaptando algo nuestros horarios, trabajando una mentalidad positiva y buscando zonas de atractivo en los ciclos del invierno, podemos ganarle la partida al cambio de hora. Algunas ideas que nos pueden ayudar:
1 Despiértate con calma. No quiere decir que te demores remoloneando una hora, pero no levantes de golpe la persiana ni te tires de la cama. Abre solo un poco la persiana y échate en la cama un par de minutos acostumbrándote a la luz, mientras repasas mentalmente algo agradable que te haya ocurrido en las últimas horas o algún plan apetecible que tengas por delante. No tienen que ser grandes cosas. Tomar un café con tu madre o dar una vuelta por el parque puede ser esa pequeña alegría.
2 Apúntate al positivismo mañanero. Hay una auténtica filosofía en torno a la idea de que la actitud con la que arranques por la mañana influirá en cómo transcurra el resto del día. Una idea más que razonable. Y aquí las recetas son numerosas y todas ellas agradables y enriquecedoras. Desde levantarte un rato antes para meditar, escribir las cosas positivas que te hayan ocurrido el día anterior, hacer deporte, yoga o estiramientos si sufres de la espalda, o leer algún libro para ver el mundo desde una perspectiva positiva.
3 Con el cambio de hora nos parece que el día se acaba antes, pero la realidad es que solo oscurece antes. A las seis de la tarde ya es de noche. En cuanto anochezca, no dejes que tu mente se deje engañar, el día no ha terminado. Sí es cierto que conviene ir bajando el ritmo para adaptarnos a los ritmos del invierno; menos horas de sol y más frío. Aprovecha esas horas para hacer tareas más tranquilas, que requieran menos energía, y que te permitan disfrutar de tu hogar, ya sea organizar el calendario de la semana, probar a preparar unas magdalenas o hacer esas llamadas a familiares o amigos que tienes pendientes.
4 Adapta los horarios familiares al cambio de hora. Si tienes hijos, adelanta la hora del baño y de la cena y el momento de ir a la cama. En cuanto a las tareas del hogar, trata de dejar lo básico hecho antes de irte al trabajo, ya que por la tarde te notarás más cansado. No tardas nada en hacer la cama y dejar recogido el desayuno y te aliviará volver a casa por la tarde con esas tareas ya realizadas. Lo mismo con las citas que tengas que agendar, trata de no poner visitas al médico a las siete de la tarde; aprovecha la hora de la comida para encajar médicos, peluquería, deporte o compras. Así podrás llegar a la tarde con el mayor número posible de obligaciones ya liberadas.
5 Busca las zonas de atractivo que se esconden en la temporada de otoño e invierno. No dejes que pesen en tu ánimo los cambios de luz más de lo necesario. Si tienes un día bajo, mantita y a ver tu serie favorita, aunque tengas mucho que hacer. Te permitirá recargar fuerzas y mañana recuperarás el tiempo perdido. ¿Ya es de noche? ¡Pero si son las seis de la tarde! Caliéntate una taza de chocolate mientras escuchas un podcast entretenido. ¿Llegas a casa muerto de frío? Una ducha o bañito caliente con música de fondo y un pijama de los abrigosos de verdad. Verás cómo ves las cosas con otro ánimo más templado. ¿Amanece gris el sábado y el ánimo se te viene abajo? Abrígate con ropa cómoda, coge el coche o camina hasta el bosque más cercano, empápate la vista de árboles amarillos, ocres y rojizos, pasea escuchando cómo cruje la alfombra de hojas amarillas que hay a tus pies. La belleza de la naturaleza en otoño es un regalo; disfrútala, no te dejes vencer por el cielo gris que ves desde tu ventana. Hay una explosión de colores un poquito más allá.
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